domingo, 3 de abril de 2016

OMBLIGO, UN RELATO DE PABLO MARTÍNEZ

OMBLIGO

Nació no importa cuándo y no sé dónde. El caso es que era una tipa muy normal desde muy pequeña, no era ni especialmente guapa ni lista ni nada de nada, más bien todo lo contrario. Por aquella época sería una jovencilla entrando en la pubertad… Bueno, el caso es que una extravagancia sí que tenía, y es que tenía obsesión por su ombligo. Cuando estaba con gente no lo solía comentar, pero cuando estaba sola se pasaba todo el rato mirándolo, observándolo. Realmente lo quería muchísimo, no lo amaba como hace una pareja, sino de forma material, pero muy intensamente. También tenía el problema de que estos actos no le inquietaban… Pues bueno, llegó un día en el cual se lo miró tanto, tanto, tanto, tantísimo, que se metió dentro de él. Sí, así como os lo digo, tras parpadear se encontró encima de una superficie más o menos rugosa y suave como la piel que se extendía por todas direcciones, incluyendo unas paredes que cerraban un círculo a su alrededor. Durante un instante dudó dónde estaba, pero de repente le insurgió, recordó y comprendió que estaba en su propio ombligo. Se le vino a la cabeza como si siempre lo hubiera sabido, pero se dio cuenta de que era más bien como si alguien hubiera implantado esa información en su cabeza; y el mismo ente extraño le dictó: “No debo moverme; si lo hago, todo el suelo temblará, porque al hacerlo muevo todo en lo que estoy.” Luego se dio cuenta de que tenía algo en el ombligo, una especie de cápsula transparente, más bien una especie de pared que estaba haciendo de techo. Se la tocó con precaución de no mover nada más y un dedo gigante apareció en el cielo; al verlo, en un principio se asustó; pero volvió a recordar que era su propio dedo y la voz siguió dictándole: “Esta pared me protegerá si hay algún problema, así no saldré al exterior. Como era muy elástica pudo retorcerse hasta asomarse a su ombligo y vio a una mini ella allí dentro. Se sorprendió un poco y se giró levemente, ese fue su error. Todo el mundo se torció y pudo por muy poco cogerse de un pequeño pliegue. El ente, enfurecido y cansado, apareció y le transmitió de forma menos directa, como hablándole en vez de implantarle directamente los conceptos, el siguiente mensaje: “¡Estoy harto de ti! Tú has podido aguantar seis meses enteros alimentándote de tu entorno, tú misma, recuperando luego esas pequeñas heridas y llenándote el estómago al mismo tiempo; y has aguantado todo este tiempo la luz vacía y sin origen de este cielo, e incluso yo te he tenido que curar en malos momentos diciéndote cómo hacerlo; pero ahora en estas últimas y larguísimas milésimas de segundo he tenido que contrarrestar toda la fuerza que has generado al dejarte llevar por tu enorme y sencillo ladeo. Si suelto ahora empezarás a acelerarte infinitamente y sabes que esa pared transparente no lo aguanta todo; ya estoy gastando mis últimas fuerzas en ti, pero no has aguantado lo suficiente, no tienes ningún futuro, así que adiós, yo ya no cuidaré más de ti.” Este mensaje lo abarcó la chica en menos de medio segundo. Luego notó un fuerte tirón y pasó lo que dijo aquella entidad y, tras rebotar acelerándose en las paredes varias veces, atravesó la pared transparente y salió de su ombligo. En menos de un segundo vio cómo una ella gigante se alejaba de ella, de allí había venido, también vio a su mini ella, pero no se le ocurrió cogerse a sí misma y todas las ellas se alejaron hasta no verse nada, sólo había un inmenso vacío blanco; tampoco sabía cómo podía respirar aún no habiendo nada, supuso que tampoco había muerte y simplemente siguió existiendo allí, o más bien no, ya no existía, porque ya había quedado aislada de cualquier otro universo cuando el ente extraño la dejó.
PD: Aquella entidad era un maestro de mundos. Si no sabes lo que es, es que no has leído mi documento sobre ellos, son completamente invención mía.

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