Autor de obras de teatro que alcanzaron gran éxito en el Londres de su época, destacan La importancia de llamarse Ernesto, El abanico de Lady Windermere o Un marido ideal. También escribió la única novela El retrato de Dorian Gray. Tras pasar unos años en la cárcel, se fue a vivir a Francia, donde escribió Salomé y acabó sus días en la más absoluta soledad y pobreza. Durante su estancia en prisión escribió poemas de gran hondura, como De profundis.
Es autor de maravillosos cuentos como El príncipe feliz, El ruiseñor y la rosa, El cumpleaños de la infanta, El amigo fiel, El fantasma de Canterville, El famoso cohete, El joven rey o El gigante egoísta.
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